lunes, 21 de julio de 2014

Raíces para crecer.

Entre otras cosas, estamos hechos de sueños de infancia. Los cuales en ocasiones olvidamos, sin embargo muchas otras veces mantenemos latentes en nuestras actividades de la vida cotidiana, yo estoy cerca de cumplir uno de esos sueños que se ha mantenido en mi vida diaria de una u otra manera desde que era muy pequeña, conocer la tierra de mi abuelo paterno: España.

Hasta ahora he tenido la fortuna de conocer la de mis abuelos maternos (San Juan, Argentina) y la de mi abuela paterna (Nuevo México, EUA) sin embargo me estaba faltando poder ver de cerca el lugar que vio nacer a gran parte de mi familia y que tiempo después, con la guerra civil, vio partir.

España además, es ese país que ha vivido en mi imaginario desde el momento en el que entré al Colegio Madrid, en donde repetidas veces no sólo canté canciones de allá sino que me emocioné con los bailes flamencos que hasta la fecha disfruto; sumado a eso, tengo toda mi vida asistiendo al Club Asturiano y conviviendo con refugiados, sin embargo de dos veces que he cruzado el charco, apenas hasta ahora podré conocer la "madre patria".

 Aunque los españoles,por un lado, en ocasiones se dice que fueron responsables de muchas de las injusticias latinoamericanas  que vivimos a partir de su llegada, y Es la tierra de la que tuvieron que huir mis antepasados para vivir, dejando todo, sintiéndose desterrados y teniendo que construir patria en otro país; pero por otro es gracias a su cultura, a la inteligencia de muchos de los que llegaron refugiados, a las ideologías y otras cosas más que tienen sus orígenes ahí, que yo puedo sentirme orgullosa de los orígenes de mi familia , quienes salieron justamente buscando libertad y luchando por justicia,  intentando construir nuevo hogar en México y desplegar raíces para seguir creciendo.

Me siento sumamente emocionada de poder vivir con mis 5 sentidos este viaje, además acompañada de mi prima, con quien más he compartido esta parte "españolita" de la vida por las sevillanas que hemos bailado juntas, la sangre que nos une y este sueño que compartimos.
Voy con toda la disposición para encantarme con la belleza en todos lados, conocer a la familia que se quedó por allá,  y quizá reconocer mi parecido entre las mujeres andaluzas, agradeciendo a esa tierra a la que le debo un pedacito de mi existencia.

jueves, 17 de julio de 2014

El futbol es más que eso

Ya pasó la fiebre mundialista, se terminaron los bombaredeos de comerciales, los futbolistas dando todo en la cancha y por momentos como maniquíes de alguna marca, los bailecitos de los equipos de millones de pesos para los patrocinadores o los festejos de gol, los partidos narrados y manipulados por las cámaras, los gritos de las porras que para algunos eran ofensas y para otros folklór. Ya no más caras de los aficionados que reflejaban emoción ni abusos por parte de la FIFA ni árbitros que vendidos o no acababan odiados o amados por alguna de las naciones que se enfrentaban, las cuales escuchaban y vivían el mismo partido de muy diferente forma, en realidades lejanas, en idiomas distintos, algunos en vivo, otros por radio, por tele o por pantalla plana pero probablemente con la misma pasión pues a pesar de lo que se puede hacer con él en un mundo capitalista, el fútbol al final es sólo eso... fútbol... Pero justo hoy después de haber jugado uno que por ahí dicen fue de los mejores partidos que he tenido en la temporada son varias las reflexiones que vienen a mi cabeza.

Pienso que aquello a lo que llamamos fútbol o balón pie va mucho más allá de él mismo,. y lo digo como mujer que lleva practicando este deporte poco más de 10 años, cuando empecé en el Colegio Madrid con mi entrenador Rocco al que le agradezco mucho de lo que sé ahora. En ese entonces  el fútbol femenil significó un parteaguas en el deporte de la escuela pues por primera vez las mujeres podíamos practicarlo, así íbamos ganando un poquito de poder en diferentes esferas, en ese caso ya teníamos la esfera para jugar, el balón. El cual nos brindaría la oportunidad de desarrollarnos y demostrar que nosotras también podemos tener esas habilidades.

¿Por qué digo que va más allá de ser sólo fútbol?

Primero por los elementos que engloba, por un lado para jugarlo debemos sentirnos bien con nuestro cuerpo, saber moverlo, controlarlo, ubicarlo en el espacio y después lograr que se encuentre con el balón, el que a su vez va siempre en relación a la portería, al rival y a los árbitros, a los observadores, a los entrenadores, en fin, con tantos elementos es importante que para jugarlo no sólo pongamos el cuerpo sino que también pongamos atención.

Además de esto, es importante identificar que no somos nada sin el equipo que tengamos, para eso cada una debe conocer y respetar su posición, generar códigos de comunicación para lograr ciertos objetivos y sobretodo cuidarnos unas a otras, para este elemento es indispensable la percepción, la vista periférica, la anticipación a las jugadas y otros elementos que no son posibles sin la intuición, la cual determinará si al tener el balón lo pasas para un lado, para el otro, disparas o te lo llevas más adelante; elementos que muchas veces son de reacción pero que con la práctica pueden ser de inteligencia pues hay momentos en los que una toma de decisión de este tipo puede cambiar el rumbo del partido.

 En este sentido se puede decir que el fútbol como la vida misma está hecho de decisiones, de instantes en los que tenemos poder de irnos para un lado o para el otro, de levantar al rival o dejarlo en el suelo, de correr o quedarnos paradas, en fin decisiones individuales, grupales o quizá de decisiones que toma el árbitro que sería como esa especie de azar que puede jugarnos a favor o en contra, al final se trata de hacer el mejor juego en el tiempo que tengamos, con el pasto que nos sirva de superficie y con el espacio en el que logremos desenvolvernos, aunque al final también se trata de aprendizajes, de saber que se puede evitar el fuera de lugar, que las manos hay que saberlas usar, que las faltas nos pueden costar y que así como se puede ganar o perder, se puede empatar, lo que no siempre es parejo, ni justo: y es así, el fútbol nos recuerda en cada instante que la vida no siempre es justa aunque muchas veces los esfuerzos valgan la pena; lo cierto es que lo que sí puede garantizarnos este juego es que en la medida en la que disfrutemos más la emoción de meter goles o de pararlos, de compartir el balón, de caernos y levantarnos, pero sobretodo de acordarnos que el rival o la rival también es hermana; mejor nos irá al final.