lunes, 2 de noviembre de 2015

Si muriera...



Si muriera en mi ofrenda quiero que pongan fruta recién cortada, flores de colores y una vela de jazmín.
Alguno de mis libros favoritos pero con olor a viejo y en algún extremo un espejo que me recuerde quién fui una vez, si es posible también una foto donde haya salido bien.
Que no falte el pan de muerto, ni el sonido de un cajón con el que quiero bailar flamenco mientras compongo una canción.
Pongan también un camino de hojas secas que se ilumine con la luna, lo quiero caminar para que el crujir me recuerde lo que era vivir. Si se puede agreguen agua para darme un baño caliente, de ser posible viendo el atardecer o comiendo un pastel.
Entre otras cosas agreguen una almohada por si llego cansada, ya saben que una buena siesta es casi tan importante como divertirse en las fiestas.
Tal vez todo esto es mucho pedir y eso que aún no les pido la comedera pues en el más allá no se saborea igual. No la pondré tan difícil, con un molito me bastará, un agua de horchata o un tamal.
Después de ello quizá un escusado no esté de más ni los platillos de mi abuela. 
Si andan de buen humor dejenme un dominó, un chiste bobo o un recuerdo compartido, quizá así la risa y la diversión me alegren el corazón.
Echen también las sonrisas de mi madre, las ocurrencias de mi padre o los abrazos de mi hermano.
Antes de regresarme a lo que sea que esté haciendo muerta, es probable que pase por un beso sincero,la caricia de un perro contento y la emoción de un reencuentro.
Y no se enojen si al visitar intento quedarme con las risas de mis amistades, con sus lágrimas en un pañuelo o con el brillo de unos ojos que alguna vez me quitaron el sueño.

Si muriera en mi ofrenda quiero que pongan todo esto y mucho más aún sabiendo que quizá estoy tan bien en el más allá... que no me den tantas ganas de regresar.