martes, 18 de agosto de 2020

La no Luna de miel

 Estamos en épocas raras, aunque como compartí en la entrada anterior, en lo personal han sido momentos de agradecer mucho mis privilegios.

Este fin de semana tuve un privilegio más, conocer una parte de mi país a la que no había ido nunca; al poder viajar en coche en medio de la pandemia para encontrarme con mi hermano, su esposa, su perro y gato, que viven desde hace unos meses en Tampico.

El viaje se pasó rápido, fueron 6 horas de paisajes con árboles gigantes, nubes esponjosas, ríos, lagos, puentes, acompañadas de música, "chuchulucos" para la carretera, canelones y empanadas de mi abuela de encargo para la felicidad de Diego, anécdotas y mucha ilusión de poder reencontrarnos con parte de la familia que no veíamos ya desde hace más de 4 meses.

Al llegar nos recibieron con un platillo típico de allá, la "Jaiba a la Frank" (tacos de jaiba con un sazón delicioso en tortillas de queso, muy buena la de "El Flaco") , también nos recibieron con un calor playero intenso y una bella sorpresa para los recién casados; pues al ser nuestro primer viaje de "marido y mujer", se puede considerar una "luna de miel". (aunque yo le agregué el No para tener más de una)

Durante los 3 días que estuvimos allá, nos pusimos al día, conocimos la Laguna del Carpintero en donde los mosquitos nos martillaron a gusto y pudimos ver algunos cocodrilos; también aprovechamos la playa que encontramos muy hermosa (aunque por partes con bastante basura). Sin embargo, tranquila, libre de turismo y grandes hoteles, me pareció un lugar sencillo, auténtico y poco valorado para lo que es.

Fue un viaje corto, pero de esos que alegran el alma, estuvo lleno de momentos sabrosos, risas, sol, mucha comedera (les recomiendo las Tortas Jerry, en especial la de cochinita); fueron días de calma y algo de nostalgia, como me sucede cuando vuelvo a compartir hogar con mi familia nuclear. En especial con mi hermano, a quien, debido a su profesión, veo poco.

Nos regresamos con buen sabor de boca al saber que estamos a unas horas de distancia y al ver bien a mi hermano con su hermosa esposa, quienes siguen demostrando que sin importar lo que la vida les ponga, sabrán aprovecharlo y enfrentarlo como equipo.


Me tocó manejar un rato de regreso, ahí hubo menos paisajes bonitos y más estrés por la lluvia y por mi poca experiencia manejando en carretera; sin embargo la compañía siguió siendo un lujo y con su apoyo superé el reto.

Fueron 3 días en los que casi por completo me olvidé de las épocas raras que vivimos y sentí un poco  de la normalidad con la que viajábamos antes, no sé si fue la música noventera que pusimos en el trayecto o ir al HEB al que no regresaba desde que tenía 14 años y visitaba a mi tío Dante en Monterrey; pero se sintió bien descubrir que ninguna pandemia es suficiente para impedir construir recuerdos con las personas que más quieres.





viernes, 7 de agosto de 2020

Casarse en pandemia

Muchas veces he sentido que mi vida es una disputa entre lo que imagino que sucederá y lo que realmente sucede. Siempre me ha emocionado la capacidad que tenemos los seres humanos de visualizar, planear, prever, fantasear. ¿Seremos los únicos animales con este hábito?

Tal vez no. En mi caso, soy alguien que disfruta estructurar en su cabeza escenarios y bueno, como a muchas mujeres nos sucede (en este sistema heteropatriarcal ), el día de la boda es uno de esos escenarios que, desde que conocí a mi actual pareja, imagino una y otra vez. 

Debido a nuestra historia de amor, que se ha ido tejiendo entre Berlin y Ciudad de México, nos ha tocado superar obstáculos como la distancia y algunos papeleos burocráticos que se presentan en este mundo lleno de fronteras, nacionalismos y barreras que hemos podido superar, me gustaría decir que por amor, pero lo cierto es que (aunque el amor sí ha estado y me siento afortunada por eso) ha sido más por los privilegios que hemos tenido por diversos motivos.

Una de esas barreras, se nos presentó hace pocas semanas cuando comenzamos a planear un viaje a Berlin y nos enteramos que, debido a la pandemia, era posible que tuviera yo algunos problemas para entrar al no tener residencia en Europa. Considerando esto y nuestras ganas de estar juntos, movimos algunas piezas para conseguir un papel que me permitiera "cruzar el charco" y fue así y gracias a  Punzo (un amigo de mi papá), que nos casamos el 4 de agosto. Un martes, a pesar de que como dice el dicho, "ni te cases ni te embarques", pero era ese día o "quién sabe cuándo,porque nos vamos de aquí y no sabemos cuando volvemos a hacer estos trámites" como nos dijo el secretario de la amable juez que nos casó.

 Evidentemente, ese casamiento, no se acercó nada a mi imaginario. Fue en la doctores, en medio de miles de papeles de defunciones por COVID-19, sin familiares o amigos de testigos, ni música, ni jardín, y lo peor de todo, sin bailongo ni abrazos.

Aún así, el día fue inolvidable por detalles como el moño en el coche, el sandwich de desayuno de mi papá, el ramo bendecido, el vestido con el que se casó mi madre, los aplausos y gritos de ánimo de desconocidos afuera del juzgado, la sesión de fotos donde "le llegué" a mi actual esposo, la presencia de mi abuela que se animó a salir a pesar de la pandemia, la tecnología que nos permitió brindar con la familia de Alemania, los chiles en nogada para comer, la genial sorpresa de la noche de bodas que organizaron mis amigas (en B&B Chaya que les recomiendo), y el haber logrado que después de varios papeleos fallidos, Adrián y yo, seamos una familia reconocida por el Estado, lo cual es un privilegio enorme, pues no cualquiera puede elegir a su familia.

Después de todo y gracias al privilegio más grande que es estar rodeada de personas que nos apoyan y quieren; pudimos tener un día hermoso de boda  íntima y única en esta gran Ciudad de México, y aunque lejana de lo que nos imaginábamos, estamos contentos, muy agradecidos y emocionados por lo que viene; también esperanzados de que algún día, se logre nuestra boda "soñada", es decir, aquella en la que nuestras tribus convivan en la pista, celebremos cerquita con todas las personas que queremos y los privilegios nos lleguen en forma de abrazos. 

Mientras, nos queda ser pacientes y luchar porque en este mundo, cada vez sea más fácil amar.