miércoles, 3 de agosto de 2022

Julio en Berlín

 Este mes sin duda estuvo lleno de emociones.

Empezó con el cumpleaños de mi único hermano, lo que me dio una gran nostalgia por no poder acompañarlo en su último festejo antes de ser papá, tampoco pude estar en el "Babyshower" que fue ese mismo fin de semana, pero un día después, al menos pude a distancia, presenciar cómo, después de muchos años de perseverancia; mi hermano consiguió su título universitario. 

Bendito zoom y bendita educación en línea que pudo adaptarse al estilo de vida de un futbolista que decidió que su identidad también puede ser de comunicólogo. Siempre celebro que las personas luchen porque su identidad se enriquezca de muchas maneras.

Esa semana Adrián compró duraznos en almíbar y de esa forma me quiso hacer sentir más cerca de mi otra casa, pues recordó que desde que soy pequeña, esa fruta enlatada forma parte de festejos y aunque no son mi fascinación, debo aceptar que comerlos, sí viene acompañado de un sabor a nostalgia de momentos bonitos de mi infancia.

No había tomado conciencia de la importancia de los enlatados, son como naves que guardan por mucho tiempo sabores y permiten que se transporten sin perder su esencia, en otras palabras, bendita humanidad que ha encontrado formas de conservar alimentos y bendita globalización que a veces sí ayuda con soportes emocionales. Y benditas memorias que habitan en nosotros.

Por primera vez visité el museo del futuro de Berlín "Futurium" y me hizo tener sentimientos encontrados, pues por un lado muestra realidades que no se ven muy prometedoras, pero por otro, es una invitación para que no dejemos de imaginar futuros en los que vivamos con más armonía con la naturaleza, aprendamos a reparar más que a tirar, utilicemos siempre la ciencia y la tecnología sin desconectarnos de lo verdaderamente importante y otros asuntos que me dejaron con muchas preguntas.

Este mes nos dio COVID, afortunadamente no muy fuerte, pero fue frustrante porque no pudimos vernos con personas importantes que esos días celebrarían con nosotros nuestro aniversario, los días de encierro pude nuevamente valorar la importancia de los lazos que cerca o lejos, son un sostén de cuidado y cariño.

Adrián dice que cada vez más estoy sacando a mi "andrea alemana", ojalá así sea pues me doy cuenta que para comunicarme en alemán, debo hacer otras voces, otras caras y hasta sentir de otras maneras, por lo que intento ir construyendo con paciencia esa versión de mí sin miedo y sin vergüenza. (no es fácil)

Para sacar nuevas versiones me ha ayudado siempre el "clown" y por primera vez tuve la oportunidad de presentar a mi personaje "Achú" en un evento de la embajada mexicana con niños y niñas que debían dibujar la biodiversidad de México; le eché ganas para presentarles algunos animales, texturas, sabores, olores y compartirles la importancia de conectar con nuestros sentidos y con la imaginación para crear.



Fue divertido, aunque me doy cuenta que siempre la comunicación y pedagogía con infancias es un reto; pues por más de que hablamos de jaguares, armadillos, iguanas, nopales, chocolate, chile, árboles, mares, ecosistemas y la importancia de defender lo que está vivo. Una de las niñas acabó dibujando una salchicha. 

Y bueno, mi corazón sigue contento, porque al final, una niña corrió para abrazarme de las piernas con fuerza y se paró el tiempo.

Nos debemos parecer un mucho más a ellos y ellas en su honestidad y cariño espontáneo.

Tenemos un aparato Adrián y yo que se llama "snappy" y sirve para encapsular algunos insectos y poder sacarlos sin hacerles daño, sin embargo por distraída lo usé al revés y lastimé a una abeja,
 sentí horrible.
La abeja siguió moviéndose un poco y tuve esperanza de que reviviera, por lo que la puse en la composta donde había más abejas comiendo uvas. No sé si vivió o no, pero me quedó la sensación de que le debía un entierro digno y desde mi punto de vista, la composta debería ser el único mecanismo para cerrar ciclos de vida y muerte.
         Ojalá todo lo que usáramos fuera compostable. Eso significaría que alguna vez estuvo vivo y que a su vez, dará vida después.

Este mes lloré un par de veces, a veces no tengo tan claro si es por la guerra, por extrañar mi tierra y a mi familia, por lo doloroso de aprender otro idioma o por gratitud. Tal vez es todo junto, pero ¿sería mejor que nuestro corazón viniera con lupa o mapas para poder entenderlo mejor?

Para cerrar con broche de oro este mes, tuve visitas de mi querida amiga Mariana y su familia, aunque fue una visita exprés, me sirvió para recordar que el amor también viene en forma de amistad, de pláticas, de abrazos y anécdotas, de consejos, risas, sorpresas, y recuerdos que se comparten, también a veces de dolores y llantos...

 Se terminó mi mes de aniversario, qué rápido pasó un año de casada y qué importante es seguir reflexionando sobre lo que es el amor y luchar para que nos acompañe en nuestro día a día. Y más importante aún, seguir agradeciendo que el amor bonito, llene nuestras vidas.