El orgullo es una de los sentimientos que cuando menos te lo esperas te da satisfacciones y te recuerda que hay algo que estás haciendo bien o que hiciste. Me gusta porque en varias ocasiones se relaciona con el esfuerzo y el trabajo, es motivador y fácil de compartir.
Hoy, durante la junta de bienvenida para quienes nos fuimos de intercambio al extranjero, lo sentí latente al revivir ciertos momentos del viaje, así como reflexionar sobre lo afortunada que soy y los esfuerzos involucrados en diferentes logros. Por un lado el esfuerzo familiar por los apoyos tanto morales como económicos y por otro los esfuerzos de cada persona tanto de la UNAM como de la UBA que realizaron lo necesario para que cada uno de nosotros y nosotras pudiéramos cumplir ese sueño.
Al hacer un recuento de los hechos que me llevaron a la Universidad de Buenos Aires, fue inevitable no pensar en los diferentes pasos que he dado como estudiante; primero, entrar a la UNAM a la carrera y facultad que quería, de ahí permanecer con un buen esfuerzo con promedio aceptable y conseguir la aceptación en la Universidad de Buenos Aires; en dónde pude llevar a cabo una experiencia única que me permitió conocer diferentes personas maravillosas, formas de enseñar, espacios, tiempos, metodologías y luchas que ocurren a unos cuantos kilómetros en nuestro mismo continente.
Además, vivir por casi 6 meses lejos de casa, me permitió organizarme mejor con mis prioridades, aprender a cocinar, administrarme lo suficiente para comer y tener de sobra para viajar, lavar la ropa (sólo cuando es muy necesario), compartir espacios vitales con personas que acaban siendo parte de tu familia, así como animarte a experimentar con el transporte público y las perdidas en los barrios que no parecen muy seguros.
Saber que estás lejos de tu país, permite además tener una mirada más atenta a aquello que te gusta o disgusta, que quieres cambiar, que sabes que puedes mejorar tanto de lo que te rodea como de ti mismo.
Mucho orgullo me da reconocer que he cumplido un logro más al poder ir y regresar con muchas inquietudes nuevas, propuestas y una mirada más amplia del mundo, además, valorando a mi Universidad y en general a las universidades públicas como la UBA; queriendo a mi país con más fuerza pero sobretodo con más experiencia; teniendo un poco más clara la grandeza del mundo y sabiendo que cuento con las herramientas necesarias para vivir lejos, ser responsable de mí misma y seguir luchando por lo que quiero.
Ahora, después de mis experiencias en Buenos Aires, tengo más claro que somos muchos los que estamos buscando que este mundo sea un mejor lugar para que podamos vivir bien todos y todas.
Aún me falta mucho por aprender y dar, sin embargo, este viaje fue un impulso que sé que no tendrá final.
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