Las vacaciones me han servido para tomar un respiro y poder oler, sentir, escuchar, caminar de diferente manera esta Ciudad, intentaré hacer una breve narración a continuación de lo que he podido disfrutar...
Comienza un día casi normal, el sol salió aunque el calor aún no se siente,
muchos rincones aún esperan que los llegue a alumbrar,
las esquinas tienen cada una un pedacito de la personalidad de la ciudades.
El primer sonido en la mañana después del canto de un pájaro corre a cargo del carrito de tamales,
en donde un policía comienza el día pidiendo atole y uno de dulce con pan.
Más adelante se observa un semáforo en donde un joven practica sus malabares mientras cruzan carros lujosos por una avenida principal,
una bicicleta atraviesa el semáforo, un volero ya comenzó con su trabajo,
su cliente observa imágenes de mujeres restiradas mientras un niño tira la basura en su lugar,
una anciana con paso lento no deja de observar la señal de tránsito e intenta avanzar más rápido. Suena un pitido y un camión levanta los desechos, atrás se observa un grafiti que oculta un anuncio sobre los derechos.
En otra esquina un señor grita vendiendo el periódico y a un lado una familia prepara tacos de guisado, cerca pasa un auto que tira una colilla de cigarro,
huele a caño y hay una sensación de desconfianza que se mezcla con el sonido de un organillero y el caminar pausado de una mujer que vende artesanías. Entre el ruido de los motores y las voces en español refinado (y no tanto) pasan los días.
Sobrevivir es la palabra que más deambula en las mentes de los mexicanos, algunos se las ingenian para pasar un día más a pesar de no poder cubrir sus necesidades, en las esquinas venden su cuerpo, su tierra, su canto, su voz...
otros más bien son ingeniosos para cubrir lo que les sobra creando necesidades, comprando vanalidades y volviéndose sordos , ciegos y mudos ante las realidades.
Atardece y el viento comienza a sentirse más fuerte, gordos, flacas, altas y chaparros caminan con prisa por banquetas descuidadas, no dejan de caminar, a veces no deja de apestar.
En mi mente queda la imagen de un árbol que sigue creciendo y echando raíz a pesar del cemento, esa es una metáfora de lo que sucede en esta ciudad en la que la vida y la muerte conviven cerquita, la injusticia y la corrupción se codean con el trabajo y la humildad,
el oxígeno alcanza a pesar de la inmensidad.
La noche llega , tranquila, sabiendo que aún en la oscuridad alguien se atreverá a bailar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario