Estamos en épocas raras, aunque como compartí en la entrada anterior, en lo personal han sido momentos de agradecer mucho mis privilegios.
Este fin de semana tuve un privilegio más, conocer una parte de mi país a la que no había ido nunca; al poder viajar en coche en medio de la pandemia para encontrarme con mi hermano, su esposa, su perro y gato, que viven desde hace unos meses en Tampico.
El viaje se pasó rápido, fueron 6 horas de paisajes con árboles gigantes, nubes esponjosas, ríos, lagos, puentes, acompañadas de música, "chuchulucos" para la carretera, canelones y empanadas de mi abuela de encargo para la felicidad de Diego, anécdotas y mucha ilusión de poder reencontrarnos con parte de la familia que no veíamos ya desde hace más de 4 meses.
Al llegar nos recibieron con un platillo típico de allá, la "Jaiba a la Frank" (tacos de jaiba con un sazón delicioso en tortillas de queso, muy buena la de "El Flaco") , también nos recibieron con un calor playero intenso y una bella sorpresa para los recién casados; pues al ser nuestro primer viaje de "marido y mujer", se puede considerar una "luna de miel". (aunque yo le agregué el No para tener más de una)
Durante los 3 días que estuvimos allá, nos pusimos al día, conocimos la Laguna del Carpintero en donde los mosquitos nos martillaron a gusto y pudimos ver algunos cocodrilos; también aprovechamos la playa que encontramos muy hermosa (aunque por partes con bastante basura). Sin embargo, tranquila, libre de turismo y grandes hoteles, me pareció un lugar sencillo, auténtico y poco valorado para lo que es.
Fue un viaje corto, pero de esos que alegran el alma, estuvo lleno de momentos sabrosos, risas, sol, mucha comedera (les recomiendo las Tortas Jerry, en especial la de cochinita); fueron días de calma y algo de nostalgia, como me sucede cuando vuelvo a compartir hogar con mi familia nuclear. En especial con mi hermano, a quien, debido a su profesión, veo poco.
Nos regresamos con buen sabor de boca al saber que estamos a unas horas de distancia y al ver bien a mi hermano con su hermosa esposa, quienes siguen demostrando que sin importar lo que la vida les ponga, sabrán aprovecharlo y enfrentarlo como equipo.
Me tocó manejar un rato de regreso, ahí hubo menos paisajes bonitos y más estrés por la lluvia y por mi poca experiencia manejando en carretera; sin embargo la compañía siguió siendo un lujo y con su apoyo superé el reto.
Fueron 3 días en los que casi por completo me olvidé de las épocas raras que vivimos y sentí un poco de la normalidad con la que viajábamos antes, no sé si fue la música noventera que pusimos en el trayecto o ir al HEB al que no regresaba desde que tenía 14 años y visitaba a mi tío Dante en Monterrey; pero se sintió bien descubrir que ninguna pandemia es suficiente para impedir construir recuerdos con las personas que más quieres.
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