A veces siento que escribo para Andrea del futuro, quien regresará a sus escritos en unos años y se preguntará cómo era su vida antes.
Me emociona que la escritura nos permita ese viaje en el tiempo, aunque sólo sea hacia el pasado y aún no encontremos la manera de que el futuro nos hable en el presente más que en ciertas intuiciones o deseos que podemos proyectar, también con ciertos datos o estudios que pueden acercarnos un poco a lo que sucederá, por ejemplo en términos de cambio climático, escasez de agua y esas cosas que me dan terror cuando escucho los pronósticos y que me hacen pensar que preferiría que no seamos buenos prediciendo futuros. Sin embargo en ciertas cosas, sí lo somos y es por eso que nos queda actuar ahora de la mejor manera posible, con la confianza de que si lo hacemos bien ahora, en un futuro lo agradeceremos.
Eso y otras cosas han pasado por mi cabeza en estas fechas de mi cumpleaños, tanto por la importancia que le he dado a los ciclos, como porque justo cayó en un momento en el que en México se están poniendo las primeras vacunas a la población para prevenir el COVID-19 y me hace pensar que eso es una gran prueba de que las personas, por lo general nos aferramos a la esperanza de las acciones presentes con miras al futuro, aún sin tener certezas. Y eso justamente me pasa al escribir, tengo esperanza de que con el paso del tiempo, me sirva como ese hilo que entreteje las diferentes Andreas y he pensado que cada nuevo ciclo de mi existencia, le sale un nuevo nudo al hilo, uno que recoge recuerdos, personas, emociones, miedos, proyectos que sucedieron durante el periodo correspondiente.
Y este periodo en el que cumplí 31 años, sin duda es uno especial pues sucedió en pandemia, tuve oportunidad de pasar mi día con mi hermano (con el que hace como 9 años que no podía hacerlo) y confirmé que el "distanciamiento social" sólo es físico, pues las presencias de personas queridas, incluso de mi esposo desde Berlín, se hicieron posibles y me permitieron tomar más confianza de los medios "electrónicos" como vías reales para conectarnos y querernos.
Si bien ya estaba agradecida por la tecnología y el internet sin los cuales no habría podido entablar una relación con mi pareja actual ni seguir en contacto con amistades y familiares alrededor del mundo; todo este tiempo he revalorado estos avances que hacen un poco menos difícil el "aislamiento" y que me harán menos difícil el momento en el cual me toque vivir en otro país que posiblemente sea pronto.
Un mensaje en especial que le quiero mandar a la Andrea del futuro sobre este tiempo raro, es que la crisis mundial por la pandemia, más allá de los problemas, muertes y agudización de muchas desigualdades, en lo personal me ha permitido llevar a cabo proyectos personales que había dejado pendientes (y estoy consciente de que estas reflexiones surgen de una posición muy privilegiada), algunos de esos proyectos son:
-Estudiar una especialidad en línea (sobre Políticas del cuidado con Perspectiva de Género)
-Dedicarle más tiempo a mis plantas
-Hacer más ejercicio físico y espiritual
-Cocinar más platillos veganos
-Involucrarme en actividades educativas a través del juego
-Promover un poco más la copa menstrual
-Conectar con personas a pesar de la distancia
-Dedicarle tiempo a mi casa
-Aprender más sobre tecnología
-Vivir sin horarios tan estrictos
-Despertarme muchos días sin despertadores
-Tomar con calma un té
- y un gran etcétera que cada día agradezco como seguir con vida como la mayoría de mis personas cercanas.
Y una cosa que me emociona y pone "nerviuda" , pero contenta es que pronto , si todo sale bien, se hará realidad mi sueño de dar clases en la UNAM.
Entonces, Andrea del futuro, este es un mensaje que quiere dejar claro que aún en las épocas oscuras, difíciles y a pesar de todo lo oscuro que parece el panorama por muerte, violencias, injusticias, desigualdades y las tormentas que vivimos, siempre, siempre, hay muchas cosas más a las que prestar atención en la vida cotidiana y que nos recuerdan la importancia de seguir luchando por un mundo más bonito.
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