viernes, 14 de febrero de 2020

Naces, creces, cumples 30.

Los festejos de cumpleaños son esa tradición rara,
que nunca he entendido bien de dónde viene. 
Sin embargo el cumpleaños siempre lo he vivido de manera especial. 
Ese día amanecí con el amor: en persona, pero también en palabras que
me llegan
como pedacitos que me van configurando.
Llevo 30 años en la Tierra, un tiempo que no sería nada sin cada historia que tiene
diferentes
rostros, sonidos, olores, sensaciones. 
El tiempo es eso, nada, que se vuelve todo por las presencias.
Un cumpleaños es una bomba de presencias, presencias que se dan en deseos, en
recuerdos, en canciones, en sabores, sensaciones que configuran nuestro cuerpo y alma.
Cada presencia es como una gota de resistol con la que siento que mis piezas se
fortalecen. 
El cariño fortalece. La construcción de memorias colectivas, también.
Tengo muchas memorias, como tesoros. 
Tengo personas hermosas que me rodean y tengo ganas de vivir, ojalá bastaran las ganas
en este mundo donde la vida es un privilegio. 

Quiero pensar que también por eso celebramos los cumpleaños,
para recordar nuestros privilegios, fortalecernos en colectivo y
tomar conciencia del paso del
tiempo que no es nada, pero se vuelve todo cuando volteamos a ver a quienes nos rodean,
nos miran de vuelta y en un frenesí nos sentimos vivos.

Gracias por cada persona que se va haciendo presente y le da sentido al tiempo.

Esa noche empecé una década más, con la gigante luna llena de testigo,
un calorcito alegre en todo mi cuerpo y muchas incertidumbres de un nuevo comienzo. 

Hay quien dice que cumplir 30 es llegar a la adultez y seguido me pregunto
¿qué significa la adultez?
Cada día descubro algo nuevo, pero por lo pronto encuentro dos respuestas: ser valientes
frente a la incertidumbre y aceptar que nada llega sin esfuerzos.

Tal vez también hay una más: las piñatas y la buena compañía nos acercan a la felicidad,
sin importar la edad.










Ya no soy niña, aunque me guste jugar y en el fondo sepa que madurar tampoco parece mi principal capacidad.

Extraño el nido, pero también soy feliz de poder volar,
bueno intentarlo,
pues las alas en este sistema son difíciles de desplegar.
Sí quiero crecer si sigo rodeada de plantas que regar y afectos que cuidar.