martes, 19 de septiembre de 2023

Partir-se

 Tenemos maneras curiosas de medir, alguien en la historia, pensó que deberíamos contar el tiempo y así de segundos a minutos a horas a días a meses a años...

Hoy se cumplen dos años desde que llegué a vivir a Berlín y más allá de lo cuantitativo, creo que me gustaría medirlo de otras formas. 

Me viene a la mente una ráfaga de instantes que he vivido desde entonces; como lo describí en ese momento, el día del aniversario de nuestros tristes terremotos, yo me decidí por moverme, tal vez también deconstruirme y así explorar mis cimientos.

Este tiempo lo podría medir con el valor de las personas que han entrado a mi vida desde entonces o las que se han quedado a pesar de la distancia y no alcanzarían los centenarios para eso. Sería mucho el tiempo también, si lo mido en gratitud hacia los instantes que me han permitido conocerme mejor, descifrarme en alemán, desplazarme por calles nuevas, enfrentar diferencias culturales; construir nuevas redes de apoyo, llevar a cabo proyectos, germinar semillas, superar miedos, alcanzar objetivos, disfrutar nuevos sabores, olores y emociones. Una emoción que viene seguido es un amar-odiar lo diferente que es la vida por acá, un amar-odiar estar lejos de México mientras amo-odio a Berlín. ¿Algún día me decidiré por alguno de los dos?

A veces me gustaría tener unos lentes que me permitieran mirar cómo se ha transformado mi mente, mi corazón, mis deseos desde que entró a mi vida Berlín. Ciertos días que me invaden las lágrimas por estar lejos de muchas personas que amo, tomaría esos lentes y exploraría mis entrañas, como buscando pruebas que ahuyentaran la culpa o la tristeza que a veces me entra, pruebas que fueran contundentes de que estas experiencias me han mejorado como persona, ¿existe una forma de medir eso?

Qué obsesión me entra a veces por medir, y pues si ya estamos en esas, también me gustaría saber cómo se ha transformado Berlín, desde que yo entré en él. O qué tanto ha cambiado México desde mi partida.

Y sí, partí hace dos años y me partí.
Gracias a eso
 sé que se puede vivir partida,
y yo estoy haciendo lo mejor para repartirme.

Pd. Para Andrea del pasado, Berlín es mejor de lo que imaginabas y si bien no puedes ver cómo creció tu corazón, sí cómo lo hizo tu sonrisa.

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