jueves, 21 de febrero de 2013

Accidentes

3:52 de la madrugada, me accidenté en mi coche,
afortunadamente sólo hubo perdidas materiales, 2 llantas destrozadas, un corazón con taquicardia y la sensación de querer regresar el tiempo para reparar las distracciones o circunstancias que lo provocaron.

Llego a mi casa sana y salva y respiro, lo primero que me viene a la mente es el tema de los accidentes que además con "el vuelo" en cartelera y lo acontecido en Pemex, se ha puesto muy de moda.

¿Hay culpables? ¿Son actos divinos? ¿Se pueden prevenir?
Quizá esas sean preguntas que un seguro podría contestar muy bien con todo y precios pero en lo personal, me cuesta trabajo reflexionar.

¿Pude haber hecho algo para evitarlo?

Es muy probable, pero eso lo sabré sólo si las condiciones del choque se repiten idénticamente, lo que puede ocurrir sólo en mi cabeza y mi cabeza siempre piensa que todo se puede evitar.
Sin embargo creo que parte del sazón de la vida consiste en saber enfrentar aquello que no se puede evitar, actuar ante las incertidumbres, superar los accidentes y disfrutar lo inesperado e incluso inconveniente; aunque eso en ocasiones nos traiga sabores amargos.

Los accidentes también pueden ser oportunidades para poner pausa por instantes y voltear alrededor, identificar los apoyos, los riesgos, las aventuras, la suerte.

Fue un choque "tranquilo" el que viví, sin embargo como cualquier cosa inesperada lo sentí intenso y con un alto grado de contenido, además de anecdótico, educativo.

Pienso que un accidente, por muy pequeño que sea nos enfrenta a la vida y a la muerte, nos pone en jaque y nos saca suspiros que, por salvarnos o por responsabilizarnos se sienten en lo más profundo quizá como dolor o tal vez como tambores que interrumpiendo el ritmo de nuestra vida, nos permiten construir y reinventar las melo-días.





miércoles, 20 de febrero de 2013

Para ustedes, jóvenes.

(Carta dedicada a los estudiantes de 3° de secundaria de Tlamachihuapan, a quiénes les impartimos el taller "Eligiendo mi carrera u ocupación" DGOSE,UNAM,IMJUVE)

La secundaria se está terminando, les quedan recuerdos, aprendizajes, amistades, errores, calificaciones, amores, profesores, travesuras, primeras veces, dolores y alegrías pero sobretodo les queda una vida por delante.

¿Qué van a hacer con ella?

México las y los necesita despiertos, estudiando, cuestionando, mejorando.
Son ustedes la juventud que definirá mucho de lo que suceda con este país en las siguientes décadas.

¿Están listos?

Se están acercando a una de las mejores etapas de su vida, en la cual comienzan a definir quiénes quieren ser y cómo lo van a lograr.
Como hemos visto existen obstáculos, factores que no dependen sólo de nosotros que influyen en lo que somos, sin embargo también existen muchas oportunidades, puertas para abrir, caminos por recorrer y experiencias que enfrentar.

En este tiempo de conocerlos y conocerlas durante el taller de Orientación Vocacional impartido desde la Dirección General de Orientación y servicios Educativos de la UNAM y con apoyo del IMJUVE, me he dado cuenta de que cuentan con lo necesario para salir adelante y conseguir lo que quieren, sus habilidades serán claves en todo momento y sus inteligencias deberán reflejarse en cada una de sus acciones.
Tendrán que conocerse muy bien a ustedes mismos para poder decidir de la mejor manera posible, escuchando, pero sobretodo reflexionando, atreviéndose y disfrutando a cada instante.

Algunos entrarán a la prepa, otros quizá ya tengan otros planes, como sea les deseo que se vayan encontrando y que con el paso de los años se sientan satisfechos con los pasos que den. 

Cometan errores si es necesario, cáiganse pero sobretodo vuélvanse a levantar. Encuentren aquellas personas que los impulsen a seguir soñando.

Identifiquen a su alrededor las posibilidades que existen e inventen las propias, recuerden que sólo se vive una vez y que en este mundo, mientras más personas felices haya, mejor será para todos y todas; así que ya saben, fácil o no, hagan un esfuerzo por ser felices y compartan esa felicidad.

Busquen construir más que destruir, amen como locos y por nada pierdan esa vitalidad que los caracteriza como juventud.

Gracias por este tiempo de compartir risas, experiencias y uno que otro choro, quizá más adelante nos volveremos a encontrar y reconoceré en sus miradas una amplia satisfacción que me llenará de dicha al saber que lograron lo que querían.
Háganlo por ustedes y por todas las personas de su alrededor, sin miedo y sobretodo con esperanzas.

La vida está para disfrutarse, gracias por dejarnos disfrutar momentos con ustedes y aprender.
Esto apenas empieza y aunque nos da tristeza decirles que no nos veremos cada semana ni podremos seguir compartiendo nuestras caras de dormidos y dormidas, los amaneceres, las travesuras, aburrimientos y todo lo que salía en cada sesión, nos llena de alegría saber que nos cruzamos en el camino y que quizá en algunos y algunas dejamos una chispa que se encenderá poco a poco y los iluminará hasta que encuentren el sentido de su vida.
En nosotras esa chispa ya existe y gracias a ustedes cada día creció con más intensidad.
Por nuestra parte es todo, está en sus manos y en sus corazones lo que harán con esa vida por delante.

Hasta siempre. Con mucho cariño.
Claudia y Andrea.



domingo, 10 de febrero de 2013

¿La vida se mide en años?

Creo que mi vida se ha medido en risas,
momentos que me han dejado sin aliento,
grandes amistades que me han acompañado,
en aquellos que como mi familia me han apoyado,
en levantadas de caídas,
en besos y abrazos recibidos y dados, en viajes emprendidos.

Mi vida se mide en metas alcanzadas,
en comidas disfrutadas, pérdidas enfrentadas,
en bailes inconclusos, caminos emprendidos.

Se mide en juegos empezados, instantes inolvidables,
aprendizajes compartidos, páginas terminadas, chistes reídos.

Se mide en caricias, palabras, miradas.
Calores, fríos, miedos, esperanzas.
En atardeceres, amaneceres, contemplaciones.

Se mide en muecas, paseos, bondades, amores.

No se mide en años.

Pero y si sí, ¿A qué saben los años?

Saben a deseos, a placeres, dolores, frustraciones, luchas y sonrisas, a veces a tiempos amargos pero sobretodo a tiempos venideros, a posibilidades.

¿Qué saben los años de vida?

Los años no saben nada de vida, pero sin saber, sienten, a veces pesan y en todo momento transforman.

La vida No se mide en años,
si a caso en baños, mañas y hazañas.

Si a caso se mide en sueños.

lunes, 4 de febrero de 2013

las abuelas como el tiempo, vuelan.

Con esos ojos que reflejaban su alegría, esa ventana del alma que deja ver que la vida no es fácil, me  sonrió y me respondió: si yo fuera un animal, sería una vaca contenta.

A sus 86 años, era mucho lo que había caminado y su cuerpo contaba esas historias que le había tocado vivir, tenía ratos de gratitud por esos días de felicidad, aunque otros la llenaban de tristeza al saber que el mundo aún tiene mucho por mejorar.
Con sus palabras, iba construyendo su pasado y transmitiendo emociones; los recuerdos lúcidos llegaban a su mente y en ocasiones llenaban de lágrimas sus pupilas, muchos duelos y pérdidas le tocaron enfrentar.
Darse cuenta del paso del tiempo, nunca ha sido fácil, menos cuando el cuerpo ya no responde como se desea.

Su muerte nos llegó un 25 de diciembre cuando todo parecía que era festejo.
No es fácil enfrentarse a las pérdidas de las abuelas, sin embargo, es parte de la vida que sigue.

Al final, después de poco más de un mes de su fallecimiento y de enterarme de varias abuelas que se han ido recientemente a donde sea que les toque, me queda la sensación de formar parte de una generación afortunada que ha podido disfrutar de los adultos mayores como pocos jóvenes lo han hecho, aprender de sus historias y observar el proceso de envejecimiento humano con otros ojos, unos que nos permitan asimilar los cambios, la importancia de un proyecto de vida y de hacernos de herramientas que con el paso del tiempo nos sirvan para enfrentar esos caminos que nos pueden llenar de sorpresas agradables o no.

Siempre me ha gustado más ver al vaso medio lleno que medio vacío.
Y en este caso,la muerte de un ser querido me parece que no es más que una oportunidad para reconstruirnos a nosotros mismos, sin olvidarnos de lo que esa persona significa para nosotros.

Una dosis exacta de recuerdos puede ayudar para que sigamos caminando, sin embargo una sobredosis nos puede paralizar. Supongo que cada uno sabrá qué cantidades convienen según sea el caso.

En mi caso, recuerdo a mi yaya Cuca cada que puedo, la firmeza en sus convicciones, el sazón a cada platillo, la clase con la que se enfrentaba a los diferentes momentos, el cariño, fortaleza, sentido del humor y del amor, enseñanzas, anécdotas y cada mirada que me decía que aunque la vida no es fácil, siempre se puede decidir, vivirla como una vaca contenta.