lunes, 29 de mayo de 2023

Hice unas notas durante mi viaje a Portugal...

Hice unas notas durante mi viaje a Portugal, donde pudimos visitar: Guimarães, Oporto, Coímbra, Sintra, Lisboa y Albufeira:


En el aeropuerto me vi a mi misma llena de curiosidad y gratitud, ¿Cómo hubiera sido vivir en épocas donde no existía la posibilidad de recorrer el mundo por los aires?

Veo a muchas personas de otros países que podrían ser yo.

Recorriendo las diferentes ciudades, a veces me sentí en Guanajuato con sus callejones, otras en Puebla con sus mosaicos, también de repente en Florencia con su cercanía al agua o en Acapulco cuando fui a la playa; vi jacarandas y me sentí en CdMx y vi castillos y me sentí en Francia, también podría ser por momentos España o algún otro país con influencia árabe.



Basta un árbol, un rincón, un aroma o caras parecidas a otras, para que en un lugar, quepan muchos otros.


Qué occidentalizada estoy, y no sé si lo digo con alegría.

Las ciudades grandes tienen muchos problemas parecidos, qué bueno que me entrené en México para empujar personas y agarrar lugar en el transporte público.

Qué importante son las mezclas, gracias personas que se mezclaron y crearon platillos ricos, arquitecturas únicas y belleza.

Comimos delicioso, hasta en una estación de servicio en la carretera. Qué bello es darle tiempo a lo inesperado.

El vino de Oporto es mi nueva bebida favorita frente al mar.



¿Sabías que la mayoría de los corchos de los vinos son de Portugal y que su producción garantiza el cuidado de los árboles que producen corcho?


Qué importante que sin árboles, hasta el vino se pudriría.



No sabía que lxs portugueses podrían ser igual o más escandalosas que lxs españoles. Pero qué fortuna que cuando me tocó escuchar unos gritos, con los que pensé que se trataba de un asalto, sólo era una broma entre amigos afuera de un bar. Me dio risa nerviosa, qué fuerte lo introyectado que traigo mi predisposición a que los gritos de hombres, seguro son violencia.

Qué fuerte es sentirse segura en las calles.



En una cafetería pequeñita comí un "bolo de miel" que me encantó, sabía a miel con chocolate, dos de mis postres favoritos  y confirmé que este mundo no podría ser tan bonito sin abejas ni cacao, ojalá logremos que no se extingan.

Ojalá también todos los McDonalds y Starbucks sí se extinguieran y fueran sustituidos por lugares de verdadera comida y bebida.

Entendí que sorfear y tal vez vivir, tiene que ver menos con dominar las olas y más con fluir con ellas...

y que no hay que desperdiciar ningún momento para proclamar la paz o hacer amigos poniendo piedras en la arena...

y que a veces un museo para infancias, puede ser la mejor sorpresa.




Qué bonitos son los pisos decorados y sin colillas de cigarro.

¿Sabías que Lisboa es la capital más "verde" de Europa?



Salir de la rutina trae el privilegio de perder la noción del tiempo, de que en un día quepan muchas experiencias nuevas, emociones, sabores y de que un minuto viendo el atardecer, traiga un millón de horas en recuerdos de vacaciones pasadas.


¿Han visto cómo danzan los pájaros cuando está anocheciendo?

Pienso en el concepto "Luna de miel" y me pregunto de dónde viene. Wikipedia , en pocas palabras dice que tiene que ver con la fertilidad que ofrece la miel y que se le desea a los recién casados, yo digo que es el mejor pretexto para viajar y probar pasteles con miel o ver la luna en otros rincones del mundo.



Les deseo Portugal en sus vidas, buenos  guías de "free tour", amistades que les recomienden buenos lugares para visitar, familiares que les regalen dinero para viajar, lunas de mieles cuando quieran y con quien quieran.

Les deseo que el anochecer los agarre haciendo el amor o viendo el mar o escuchando fado... 

o danzando como pájaros que saben que estar llenos de vida es un talento y una convicción.