sábado, 7 de septiembre de 2024

¿será la maternidad un arte, una danza, un circo?

Ya pasaron dos meses desde que nació Tiago y sigo descubriendo lo que es la maternidad, ya tengo algunas pinceladas, que se delinean en mi cotidianidad. 

Quiero narrar un día en esta nueva vida, como una manera de homenajear esta etapa que presiento que se me pasará en un pestañeo y cuando me entre la nostalgia, volveré a leerme.

Me despierta un rechinido babosito que se genera cuando Tiago frota su mano con su lengua; esa ha sido la manera en la que, más seguido, nos comunica que tiene hambre. A veces lo dejamos que siga descubriendo su mano con su boca, pues en ocasiones eso es lo que quiere; pero otras, después de un rato de chupar, exclama con un grito que dice "¡de aquí no sale leche!" y ahí entramos mi pezón y yo al ruedo.

No sé bien qué hora es, pero veo entrar un poco de luz de las cortinas. A los 10 minutos entra mi pareja al cuarto a preguntarme. 

-¿Qué tal la noche en este lado de la frontera?- 

- Igual que ayer, le respondo, se despertó tres veces a querer comer y pasó más de una hora haciendo ruidos y expulsando gases. (Estos primeros meses decidimos dormir en cuartos separados, pues de lo contrario, no descansaría ninguno por los ruidos de Tiago)

- te relevo- me dice y besa mi frente. 

Me retiro a nuestra recámara a intentar dormir un ciclo más, mientras él le cambia el pañal a Tiago, después lo pone en su tapete para jugar o en su silla mecedora; de esa forma él puede hacer ejercicio o desayunar.

Al rato me despierta un pequeño chillido, "ya tiene hambre otra vez", pienso mientras me levanto suavemente a encontrarme con mi bebé :"Tiagoncito" le ha puesto de cariño mi abuela.

Después de comer, lo pongo a "repetir", a veces saca un poco de leche y otras un sonido que me recuerda a quien bebió cerveza; el aire y las cuerdas vocales, esa combinación que saca un tipo de lenguaje especial. Tiago, además de ese sonido, ya es capaz de balbucear : "agu", "ñaña" , "auii" y "aee" son algunas de sus palabras. 

Lo tomo en mis brazos para caminar un poco y que "baje su lechita". Pasado cierto tiempo, lo acuesto en su cambiador de pañales y reviso si necesita uno nuevo. Después toca su paseo amarrado a mi cuerpo, a veces solo dentro del departamento recorremos los cuartos recogiendo un poco y otras salimos a pasear. En "el trapo" que uso para colgármelo casi siempre se queda dormido.

Terminando el paseo lo pongo en su cuna, a veces se despierta reclamando que lo haya separado de mi cuerpo. Si se despertó, es momento de sus ejercicios, pueden ser patadas en su tapete, movimientos de sus extremidades o "tortugas" para fortalecer su cuello y espalda. Si sigue dormido, puedo ponerme a trabajar, leer, dormir, cocinar o lo que sea más urgente.

El día pasa entre cambios de pañales y ropa cuando vomita, recortar sus garritas diminutas, cantar un poco con él, dormirlo (esto es un reto, porque por muy cansado que esté, le gusta seguir en la "chorcha"), jugar, darle masajes o bañarlo y muchas tomas de leche que he aprendido a disfrutar; me sigue pareciendo una magia que mi cuerpo sea capaz de producir el alimento que él necesita, sin fin ... y qué rico es tener su cuerpito tan cerquita.

Han sido semanas de asimilar esta nueva vida en la que, por un lado ya no hago lo que quiero cuando quisiera, sino cuando puedo. Y por otro, he descubierto nuevos poderes como: hacer muchas cosas en menos tiempo, funcionar con un solo brazo mientras el otro carga a mi criatura, sobrevivir con pocas horas de sueño, adivinar tipos de llantos, sobrellevar mis cambios de humor, reconocer a mi pareja y enfrentar emociones y retos que vienen con la crianza lejos de muchas personas que quiero. El tiempo se ha pasado rápido y crece y crece, es increíble.

Por el momento puedo resumir la maternidad como "el arte de ajustarse sin asustarse" o "la ciencia no exacta de fluir dando lo mejor" o "la danza de la fuerza y el amor en la que se baila con una mano ahuyentando al miedo" o quizás "el circo del asombro cotidiano donde se te invita mirar a través de unos ojitos chiquitos"  y seguramente se me irán ocurriendo más nombres con el paso del tiempo. 

Tal y como dije en una entrada anterior, es una aventura muy retadora, pero también muy hermosa en la que cada día me acuerdo de lo interdependientes que somos, de la inocencia con la que llegamos al mundo y lo valiosa que es cada vida.  

Deseo que en su vida también puedan encontrar esos momentos cotidianos en los que se llenen de Ternura esa emoción tan poderosa que nos hace movernos a pesar del cansancio, los dolores y la frustración que a veces nos cause el mundo.

Y un bebé es una fuente inagotable de ella, y para contagiarles un pedacito: cierren los ojos e imaginen unos pies diminutos y gorditos.

Me despido por el momento, escuchando esta canción