lunes, 15 de enero de 2018

¿Cuál es tu estructura espiritual ?


Escuchar con esta canción de fondo Analyse- The Cranberries

¿Cómo construimos nuestra vida espiritual? Hace un tiempo no tenía muy claro siquiera a que se referían cuando hablaban del espíritu... a veces lo sentía tan intangible, tan lejano, sin embargo debo aceptar que durante el año pasado comprendí un poco más de qué se trata.
(Para ponerlo metafóricamente, creo que tiene que ver con las estructuras que detienen a nuestro edificio interno y que se muestran en ciertas acciones que elegimos.) 

Con diferentes acontecimientos, he ido reflexionando a cerca de la importancia de que como seres humanos, nos conectemos (y construyamos esas estructuras) tomando en cuenta no sólo lo vivo y visible o tangible, sino las energías, emociones, cuestiones inexplicables y que van más allá de nuestro entendimiento meramente racional.
Cada persona tiene sus maneras de explicarse el mundo y en muchos casos para eso se inventaron las religiones , las cuales sin duda dan muchas estructuras tanto sociales como políticas y tienen formas muy claras de concebir lo que somos y lo que nos rodea, sin embargo yo aún no logro identificarme por completo con una sola religión y sus rituales, prohibiciones, culpas, teorías y maneras de relacionarse y de distribuir roles; quizá sea por eso que sienta que mi vida espiritual no deja de construirse (ni quiero que deje de hacerlo) pues el hecho de poder elegir constantemente mis propias maneras de conectarme con lo que me rodea y con quienes forman parte de mi vida: es algo emocionante. 

Mientras hago un recuento de algunas cosas que me sucedieron en el 2017, tales como salirme de casa de mis papás, dar pasos importantes con mi pareja, enfrentar nuevas responsabilidades profesionales, vivir un terremoto y un accidente, convivir con más frecuencia con mi soledad, conocerme más viajando, entre otras cosas, me doy cuenta de que construir una vida espiritual, consiste en enfrentarnos constantemente con nosotros mismos y hacernos varias preguntas sobre cómo queremos vivir, qué pensamientos queremos que sean los recurrentes, qué compañías vamos a llamar, cómo cuidaremos de nuestros cuerpos, qué  rituales y tradiciones queremos repetir para buscar las conexiones con aquello que nos causa paz y/o curiosidad y sobretodo, en dónde y para qué utilizaremos nuestra energía de vida (nuestro Eros, como lo mencionamos en el proyecto de Lectura de la Realidad en el aula), todo esto, puede ir construyendo nuestras creencias y verdades. En pocas palabras, considero que construir nuestros espíritus tiene que ver con cuestionarse y posicionarse, algo nada sencillo en la actualidad, pero urgente. Nada sencillo pues implica alejarse de tantas distracciones que nos rodean como la televisión (netflix y esas cosas) las redes sociales que ponen tanto énfasis en la imagen y apariencia, la publicidad que nos quiere decir cómo ser, entre otras cosas que más que permitirnos preguntarle a la vida, nos dan respuestas, externas, falsas...

Cada pregunta que nos hagamos a cerca de la vida, su belleza, sus dolores, sus coincidencias, su trascendencia, su significado y lo que sea que nos inquiete, se puede ir respondiendo conforme nos atrevamos a darnos tiempo para encontrar nuestras propias respuestas, tal vez analizando nuestras historias familiares y personales, o quizá conforme nos identifiquemos en colectivo; algunas veces también nos pueden llegar respuestas al enfrentar miedos, experimentar amores o soltarnos de lo que conocemos y/o de lo que se nos ha impuesto como Verdad.
Por lo poco que he aprendido, todo esto no sucede en poco tiempo ni de manera definitiva, y mucho menos sucede de manera automática; en el mejor de los casos, sucede con calma, a veces la propia vida nos obliga a agarrarnos de alguna creencia (o utilizando mi metáfora, elegir esa creencia como ladrillo para nuestra construcción) , pero esa misma certeza, un momento después se desmorona, en ocasiones sustituyéndose con nuevas ideas o sensaciones.

La construcción de nuestros espíritus pienso que debe ser siempre un proceso inacabado, aunque debo decir que si logramos dejar algunas cosas claras y explicárnoslas a nosotros/as mismas, es decir, si logramos posicionarnos ante lo que la vida nos pone y poco a poco ir construyendo nuestras estructuras espirituales cada vez más cerca de quienes queremos ser,  será más sencillo enfrentarnos a la incertidumbre de la vida cotidiana, siempre tomando en cuenta que es importante mantenernos receptivas, atentas y abiertas a nuevas construcciones, pues así cuando la vida nos sacuda, podremos ser capaces de construir nuevos cimientos.

El espíritu es un terreno fértil y a veces escurridizo, sin embargo he aprendido que también es menos intangible de lo que pensaba, pues de repente lo puedo ver y sentir lleno, a veces al dar un abrazo a alguien que quiero, encender una vela por alguien que ya no está, mirar a una niña sonriendo o darme un tiempo para agradecer lo que tengo y soy, así es como me doy cuenta de que mi construcción ya tiene algunos ladrillos fijos que quizá algunas religiones también prediquen y que tienen que ver con la empatía, la gratitud, el amor, la memoria... espero seguir descubriendo y moldeando otros más, por lo pronto también los espíritus pueden llenarse, por ejemplo, con canciones, recuerdos, con besos o al cultivar algo que plantaste ¿Con qué más?



2 comentarios:

  1. Muy bello y reflexivo. Gracias por compartirlo. Besos.

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    1. Muchas gracias por leer y darte una vuelta por aquí, ¿cómo va lo de las semillas? alimentar el espíritu también se logra cultivando :)

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