domingo, 9 de diciembre de 2012

Desde dentro aunque desde fuera

A pesar de que por diversos motivos el primero de diciembre no fui a los hechos que ocurrieron a las afueras de las gigantes vallas policiacas que rodeaban al centro y al Palacio Legislativo de San Lázaro, estos días he estado analizando lo ocurrido e intentando llegar a ciertas conclusiones.
Me cuesta trabajo creer que los seres humanos utilicemos como medio, cualquier tipo de violencia y me cuesta aún más, creer que la violencia en sí, sea un fin. 
Al parecer en algunas partes lo fue, tanto por parte de los policías, como por parte de algunos que quizá eran manifestantes, quizá eran provocadores, quizá eran parte del bloque negro; muy posiblemente eran todas las anteriores. Haya sido quién haya sido, las cosas se salieron de control, no sólo por los daños materiales, sino sobretodo por los daños "colaterales" que se observan en las vidas afectadas, tanto en el caso de las aprehensiones arbitrarias como en las heridas que sufrieron en cuerpo y alma diferentes seres humanos. México está para salirse de control, eso me queda claro, el "control" en el que vivimos no puede prevalecer más. Sin embargo quizá no de esa forma.
El enojo de unos cuantos provocado por la imposición de Peña Nieto, pero sobretodo por las condiciones de vida de muchos y muchas; en las que el neoliberalismo poco a poco nos va destruyendo, se desbordo ese día y espero que se siga desbordado pero con acciones que más que destruir construyen y más que ser "contundentes" por las provocaciones, sean contundentes por los resultados.
El asunto está en aceptar la lentitud de transformación de los procesos y tener claras nuestras fuerzas como movimiento, en cuanto al uso de la fuerza pero sobretodo en cuanto al uso de las conciencias, en donde verdaderamente necesitamos fortalecernos.

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