sábado, 28 de junio de 2025

Mi parto en Berlín (ya pasó un año!)

Un 27 de junio del 2024, a las 41 semanas de embarazo, empezamos mi pareja y yo con el plan “bebé Tiago ya toca que nazcas” pues temíamos alguna calcificación en la placenta y yo no quería que me tuvieran que provocar el parto; mi deseo era que fuera la voluntad de mi cuerpo sumada a la de mi bebé lo que decidiera cuándo y cómo nacer. El plan incluyó: caminatas, baile, masaje del cuello del útero, subida y bajada de escaleras, baño en tina, revotar en la pelota, comer dátiles y jugar pin-pon; esto último fue un consejo que nos dio una amiga de mi pareja, lo cual para ella funcionó y para nosotros, al parecer, sumado a todo lo demás, también hizo que las contracciones se hicieran más intensas y constantes.

Fueron alrededor de 30 horas las que pasé con contracciones soportables antes de ir a la clínica AVK en Berlín. Una vez ahí, revisaron el corazón del bebé y me hicieron un primer tacto, en el cual ya tenía 3 cm de dilatación. Al parecer se estaba acercando el gran momento, sin embargo, me enviaron de nuevo a casa por mis cosas y a comer algo.

En la caminata a casa, me inclinaba cada 10 minutos para respirar hasta que pasara la contracción y una emoción me invadía de saber que todo indicaba que se estaban cumpliendo las voluntades sin intervención médica. Un par de horas después, regresamos a la clínica y nos pasaron directo a la sala de parto con tina, ahí estuvimos mi pareja y yo, y el bebé, al cual escuchábamos constantemente con el aparato que se conectaba a su corazón. Ahí me encajaron un pequeño dispositivo a la vena, por el cual, si era necesario, inyectarían medicina para controlar hemorragias, pues mis plaquetas estaban un poco bajas. El dolor de ese dispositivo en mi mano, todavía era más molesto que las contracciones. Sin embargo, no paso mucho tiempo para sentir contracciones más intensas y tener esperanza de que la dilatación estuviera avanzando efectivamente; los masajes y porras de mi pareja, los chocolates, la música y mi concentración en la respiración, me mantenían a flote.

Cuando la partera revisó después de 4 horas de esas contracciones intensas, sólo había dilatado un centímetro más; en ese momento mi esperanza era que en la tina todo fluyera mejor, por eso sentí que se me fue el alma al suelo, cuando me avisaron que ,por el tema de mis plaquetas, no sería posible hacer el parto en agua. Entonces me ofrecieron acelerar el proceso con (algo que no sé cómo se llama que aceleraría las contracciones) y me dijeron que podía hacer uso de diferentes medios contra el dolor como: el gas de la risa, un aparato de corriente eléctrica para la espalda y un analgésico intravenoso e incluso la epidural. Les dije que quería todo, menos la epidural, que todavía sentía que podría sin ella. Probe con todos los medios sin sentir un gran cambio y las contracciones sí que se intensificaron, a tal grado que yo sentía que ya estaba en otro planeta, llamando a todas las fuerzas del universo para que me apoyaran en esos momentos, no supe cuánto tiempo pasó, pero de pronto se rompió la fuente y de ahí entramos a la última etapa.
Ya estaba sintiendo ganas de pujar y la partera me recomendaba no hacerlo todavía para evitar desgarros, esa fue de las partes más retadoras. Yo seguí moviéndome por todo el cuarto, sentándome, agachándome, poniéndome en 4 puntos. Hasta que sentí que ya no podía aguantar más, entonces ella me dijo que me colocara de lado, levantando una pierna y apoyándola en mi pareja. Empezaron los pujidos y los gritos, hasta que al 4 pujido, me dijo que intentara no gritar tanto y mejor concentrara mi fuerza hacia la expulsión. Así fue como de pronto escuché “ya veo pelo” y supe que la cabeza de Tiago nos hacía su primer saludo, bajé mi mano para sentirlo, sonreí y agarre nuevamente fuerzas hasta que nació él y nací yo como madre.

---Todo lo anterior lo escribí en Agosto del 2024, es decir, dos meses después de parir----

Y hoy, a un año de ese momento, me vienen a la mente elementos curiosos de ese día: como la sensación de no poder más y justo ahí lograrlo; como la confusión al llegar a un cuarto con un bebé al que no sabía cómo mantener con vida; como la pesadez de un cuerpo agotado del trabajo de parto, sin saber que lo más cansado apenas comenzaba; como la frustración que sentí al ver la comida del hospital que era pan con queso y lo mucho que mi alma me regresó cuando mi mamá me llevó unas enfrijoladas caseras; como el pensamiento que tuve al ver un reloj inservible en la habitación y tener la certeza de que era una señal de cómo hasta el sentido del tiempo había cambiado con la llegada de Tiago.

Desde ese día soy otra, mi pareja es otra, mi mamá, mi papá, mis suegros, mis amigas…son otras porque ahora vive en nuestras preocupaciones y en nuestros corazones un nuevo ser humano y por primera vez he podido ver de cerca y vivir con carne y hueso lo que significa hacer y ver crecer a alguien desde el minuto uno de existencia y, por un lado, me siento tan agradecida y bendecida de ese privilegio que amo más la vida, pero por otro también la odio más, pues aún entiendo menos, cómo es que siguen existiendo quienes matan, hacen guerras, destruyen vidas. Si pudieran tan solo sentir un poquito lo mucho que significa parir y luego lograr que una persona sobreviva desde su primer año de vida, habría paz y más respeto a todas las vidas del planeta que cuestan taaaaanto.

Y ese amor-odio que me creció este tiempo, es solo un lado de la ambivalencia que significa la maternidad, la cual sigo navegando, a veces sintiendo que voy sobre la ola, otras sintiendo que me revuelca, pero cuando siento que estoy por ahogarme, siempre me han venido a salvar mis afectos y con ello, han salvado también a Tiago.

Felicidades a mí, a Tiago, a Adrián y a quienes nos siguen salvando, no dejen de aventarnos salvavidas, el primer año ya lo logramos... a seguirle pues.

martes, 29 de abril de 2025

A tus 10 meses, mi Tiaguito

 Fuimos a tu primera clase de música, fue en alemán, la maestra tenía una voz hermosa y al cantar tu nombre me vibró todo el cuerpo. Al escuchar esa palabra que tu papá y yo elegimos para ti, me di cuenta de que los nombres no tienen idioma y de que hay pocas cosas tan poderosas, como el privilegio de haber nombrado a un ser humano. Tú, mi Tiago, Tiaguito, como me gusta decirte; junto con otros apodos cariñosos como meloncito de amor, pedacito de cielo, corazoncito hermoso y otras cursilerías de las que no me creía capaz.

Hoy cumples 10 meses y para celebrarlo decidí ir a la clínica en la que naciste a comer el buffet que probé embarazada; ahí me encontré , algo que no había notado antes, vendían mi helado favorito de Berlín!! que se llama "Florida EIS", ¿coincidencia? . Creo que fueron las diosas recordándome que hay sorpresas hermosas esperando si somos capaces de verlas. Ojalá te pueda enseñar esa capacidad. 



A veces siento que por el cansancio acumulado, estoy perdiendo ciertas capacidades.  Por ejemplo, me he cachado con menos paciencia cuando no quieres dormirte, tengo menos habilidades para enfrentar lo inesperado, como cuando pataleas locamente al cambiarte de pañal, ya son menos mis ganas de hacer tareas domésticas y vivo con pocas energías para socializar como antes me gustaba; eso me pone triste, pues quisiera estar en mi mejor versión para ti. 

Sin embargo, las que saben, me han dicho que se vale que en nuestra versión "maternal" no sólo quepa nuestra mejor versión, pues estar "überfordert" es parte de la situación y lo importante es no perder una capacidad muy bonita que se empieza a ejercitar aún más al ser madres o padres que es, nuestra capacidad de mirarnos a nosotras mismas, para conocernos, entendernos y permitirnos ser quienes somos. Sabiendo que, en caso de cometer algún error, seremos capaces de enmendarlo y sobre todo confiando en que estamos haciendo lo mejor que podemos, con todo el amor que tenemos.

Y eso quisiera decirte en este breve carta por tus 10 meses, que a pesar de que a veces siento que no puedo más, para ti Tiaguito, tengo todo mi amor.



sábado, 29 de marzo de 2025

9 meses dentro, 9 fuera. ¿Qué más se gestará?



 

El nueve es un número mágico en la vida de los seres humanos, 9 meses es lo que se necesita para gestar.

Ahora Tiago cumplió 9 meses fuera y es increíble lo que ha crecido hasta ahora y yo con él. ¿Qué significa crecer cuando eres bebé?, ¿qué significa crecer cuando eres adulta?

Lo estoy descubriendo y estos 18 meses que llevo entre tenerlo dentro y fuera, han sido de lo más trascendentales en mi vida. Me dieron ganas de escribirme una carta para recordarlos mejor.

Andrea, si te hubieran advertido lo cansada, retadora, intensa, desafiante, incierta, frustrante, que es la maternidad, posiblemente no te hubieras embarazado. Pero se habla poco de eso.

Sin embargo, sí te advirtieron de lo bonito que es ver crecer a un ser humano tan de cerca y del amor que provoca un bebé en las familias; y se quedaron cortos con lo hermoso que realmente ha sido para ti y el círculo cercano.

Han sido 18 meses llenos de ambivalencias, como un péndulo has pasado de maravillarte y tener gratitud profunda por tu cuerpo y por el ser humano que nació, a de pronto echarte a llorar de frustración por la vida que no volverá a ser la misma. En pocos instantes te has llenado de ilusión por ver cómo Tiago es capaz de moverse por sí mismo y al segundo después te llenas de miedo porque ya jaló algo con lo que se pudo haber herido gravemente...empezaste a creer aún más en los ángeles.

Este tiempo ha sido la época en la que más ternura has sentido y en la que has conocido una nueva voz tanto tuya como la del papá de Tiago, esa voz que cuando se dirige a él, es tan dulce que escurre miel.

En estos meses también ha florecido una conexión hermosa con otras madres, un regalo de vida que no esperabas, el comadrazgo es un lema que no sabías que te faltaba tanto para ser feliz, gracias a cada una de las que ha hecho tribu contigo.

El sentido del tiempo ha cambiado tanto; cinco minutos arrullando y parece que pasaron horas, una hora en la madrugada y sientes que son semanas, de una semana a otra Tiago ya gateó o ya se sentó o ya probó platillos nuevos y un mes es un abismo de crecimiento. 

Ahora entiendes por qué tantas personas con bebés, al preguntarles la edad, te contestan con meses, aunque ya hayan pasado el año. Así tu sentido de las matemáticas lo has tenido que fortalecer, llenando las contestaciones como: "mi bebé tiene 18 meses" con imágenes de lo que sospechas que significa eso en términos de crecimiento.

Y sí que has entendido más lo que es crecer, y has tenido que hacerlo indudablemente, por ejemplo al no huir cuando algo se pone difícil, por muchas ganas que a veces te han entrado.
Crecer ha significado dejar por un momento de lado tus necesidades, sabiendo que hay alguien que te necesita más; respirar profundo cuando sientes que no tienes paciencia para no lastimar ni lastimarte; organizar mejor cada segundo de tiempo para alcanzar tus objetivos cotidianos, invocar toda tu confianza de que lo estás haciendo bien, a pesar de las dudas, sobrevivir a la tristeza de lo que ha significado maternar lejos de tu familia mexicana y abrazar tus miedos con valentía para enfrentar esta nueva vida con la mayor alegría y conciencia posible.

Andrea, te ha tocado crecer y estas muy bien acompañada y equipada para eso, solo hay algo que sigue siendo más importante que crecer y eso es soltar el control, soltar las expectativas, soltar lo que ya no eres y apretar fuerte esta nueva versión tuya, que si bien, tiene mucho de la anterior, viene llena de sorpresas que apneas se están gestando.

martes, 18 de febrero de 2025

La maternidad se vive un día a la vez

Estuve a punto de rendirme y no escribir nada estos días, pero llegó esta newsletter a recordarme el poder de la escritura y heme aquí (si es que se escribe así) 

Resulta que entre la maternidad y el viaje a México, no he tenido tantos momentos en los que pueda sentarme frente a la hoja blanca y tal vez por eso, a veces siento que mi cabeza-corazón no terminan de aterrizar, pues escribir es una de mis pistas de aterrizaje favoritas y la tengo un poco descuidada.

Desde que nació Tiago, he ido volando sin rumbo definido en los cielos del cansancio, la emoción extrema, la gratitud, la frustración, la felicidad, el caos y muchos otros cielos que he ido descubriendo; y lo de aterrizar ha sido un reto mayor.

Pero a veces hay que poner el freno de mano al ajetreo cotidiano, y eso intento hacer cada día con las actividades de mamá; de por sí ya sentía que el amamantar, el arrullar, el pasear en carriola y todos esos actos que no hacía antes de ser madre, tienen algo de meditativos, conforme Tiago va creciendo, lo puedo ver aún más.

Creo que no hay un golpe más fuerte para el paso del tiempo que ver a un ser humano crecer ,y es que sigo sin entender cómo es que, en los dos meses que estuvimos en México, Tiago aprendió a sentarse, a comer, a aplaudir, a imitar sonidos y casi a gatear. ¿Qué aprendieron ustedes en dos meses?

Yo aprendí, sobre todo, una cosa: la maternidad se vive un día a la vez; bueno, dos cosas, la segunda es: la colectividad es de lo más necesario en la maternidad. Y una tercera, no compren pijamas de bebés con miles de botones jiji

Por eso, este escrito, además de ser un recordatorio para todas las madres de que vivamos un día a la vez, poniendo la mayor atención posible a cada instante (porque pasan rapidísimo) ; también es un agradecimiento a todas las personas que, en estos 7 meses de vida como madre, se han hecho presentes de diversas maneras.

Gracias a ustedes, esto cada vez se vuelve más disfrutable.

Y aunque volver a México como mamá, fue fuerte y me recordó lo mucho que extraño , sobre todo a mi familia y amistades, me sirvió para mirar con otros ojos a mi querido país y llegar a mi otro hogar inspirada para seguir uniendo los dos mundos.